31 Ene 2014
Cuentas claras en Sin categoría
El economista del CSIC Ángel de la Fuente presentó ayer en Gerona, en el curso de un encuentro técnico sobre Economía Pública, el método que un grupo de expertos ha propuesto al Gobierno para redefinir las balanzas fiscales y convertirlas en cuentas públicas territorializadas. De las explicaciones del economista se desprende, primero, que lo que se pretende es proporcionar un instrumento que mida correctamente y de forma homogénea los flujos públicos entre territorios, y, segundo, que el cálculo que se realizará obtendrá los datos que permitirán calcular también las balanzas fiscales, tanto por el método monetario como por el método de carga-beneficio, por lo que no cabe hablar de intento de ocultación. No hay duda de que las balanzas fiscales, además de llevar a conclusiones erróneas, eran utilizadas como instrumento de agitación y propaganda. Así por ejemplo, la afirmación en boga de que una Cataluña independiente arrancaría de entrada con 16.000 millones de euros más, es una falacia porque, esta cantidad, el déficit de 2010 de la Generalitat por el procedimiento del flujo monetario, equivale a decir que Cataluña no se beneficia, por ejemplo, de los ordenadores de la Agencia Tributaria, que están en Madrid, ni de los embajadores de España, que están en el extranjero, ni de la gestión del tráfico que aéreo que permite a los aviones llegar a Barcelona. De la Fuente ha extraído ya de los datos que maneja que dos tercios de los saldos fiscales regionales se deben a que las regiones ricas pagan más impuestos que las pobres, y el tercio restante, que es el preocupante, se debería a defectos en el sistema de financiación, es decir, a iniquidades que hay que corregir. En esta fase previa, se advierte que Cataluña y Madrid no salen especialmente maltratadas y que, por supuesto, Navarra y País Vasco son las mejor financiadas, aunque ello no justificaría poner en cuestión el concierto. Con estas explicaciones, parece razonable aguardar a la elaboración de las cuentas públicas para obtener elementos que faciliten la reforma razonable del sistema de financiación autonómica. Que se sepa cuánto y cómo se gasta en cada comunidad. Y Cataluña, que dispondrá también de las balanzas fiscales, que ha manejado hasta ahora con frivolidad, demostrará su buena fe política aguardando al menos a esos resultados técnicos para valorarlos y emitir sus conclusiones.