La hija de Espartaco Santoni vive en Cáceres en Sin categoría

La ciudad permanece y nosotros vamos pasando. Ayer los cacereños despedían en la iglesia de Santiago al exalcalde Manuel Domínguez Lucero, un hombre del que el periodista Fernando García Morales dijo en 1983, que tras sus tres años en la alcaldía se podía colocar su nombre en el apartado de los alcaldes excepcionales de Cáceres, en donde estarían Antonio Canales, Alfonso Díaz de Bustamante, «...y muy pocos más». Manuel Domínguez era un gran amante de Cáceres, y le gustaba recordar etapas de su juventud en las que se veía como había evolucionado la mentalidad de los cacereños en poco tiempo. Un ejemplo es el de las piscinas de la Ciudad Deportiva, que se han reabierto el pasado martes, después de cuatro meses de reformas. Manuel Domínguez recordaba con gracia la mojigatería de la época, de aquellos años sesenta, «primero sólo hubo una piscina -comentaba-, y los hombres la utilizaban por las mañanas y las mujeres por las tardes. Luego se construyó otra y así hubo una para casa sexo. Las piscinas estaban separadas por una celosía, como la de las monjas de clausura. Los hombres no podían entrar en la piscina de las mujeres ni para pedir fuego, y muchos jóvenes forzaban la vista en los agujeros de la celosía para ver si los cuerpos de las cacereñas se parecían a los que tenían en su imaginación».