Menudeo fiscal en Provincia de Badajoz

El Consejo de Ministros aprobó ayer el techo de gasto a partir del que, previa validación por el Congreso y el Senado, elaborará los presupuestos para 2014. Contempla un límite superior en un 2,7% al fijado para el presente ejercicio, pasando de 126.792 millones de euros a 133.259. Aunque el incremento va destinado a las aportaciones a la Seguridad Social y a las prestaciones por desempleo, dado que descontando esas partidas el techo de gasto decrece en un 1,3% respecto a los fondos dedicados a todos los demás capítulos en 2013. Tal contracción dificulta sobremanera que el Gobierno Rajoy esté en condiciones de cumplir con una de las premisas que acompañan a su reforma de las administraciones: idear los presupuestos de cada año sobre 'base cero', a partir de las necesidades del próximo ejercicio y no como inercia de las obligaciones contraídas. Las buenas noticias de la cumbre europea, en cuanto a estímulos comunitarios para el empleo y la inversión empresarial paliarán muy levemente la estrechez presupuestaria. El Gobierno parte de una previsión de ingresos superior en un 0,9% a los que estimaba percibir este año. Se trata de un cálculo coincidente con la evolución de la economía, que el ministerio de Hacienda trata de asegurar con medidas tributarias con las que espera sumar 4.700 millones más al erario siguiendo algunas de las recomendaciones de la UE. Ello antes de adentrarse en la revisión más a fondo del marco fiscal español, comprometida ante Bruselas para marzo del próximo año. Los nuevos gravámenes sobre el alcohol y el tabaco por un lado y, por el otro, la eliminación de deducciones que hasta la fecha han beneficiado a las empresas con una facturación por encima de 20 millones de euros constituyen los últimos ajustes de la veintena larga de medidas parciales adoptadas por el Ejecutivo Rajoy. Medidas de naturaleza y efectos desiguales que por sí mismas ya señalaban la necesidad de una reflexión general sobre la fiscalidad en España. Es razonable que el Gobierno haya tratado de posponer la misma hasta alcanzar un momento de menos incertidumbres. Pero el gran desafío al que se enfrenta la reforma fiscal no está libre de incógnitas: dotarse de un modelo estable que siendo progresivo asegure recaudar los fondos que requiere el Estado social sin que induzca efectos contraproducentes en la economía real y en el ámbito financiero.